LaALEGRÍA DE UN NIÑO puede oírse en una risa, verse en una sonrisa, sentirse en un abrazo. La ALEGRÍA DE UN NIÑO puede verse cuando corre, juega al pilla-pilla o salta a la comba.La ALEGRÍA DE UN NIÑO puede oírse en una canción o al decir el nombre de un amigo.La ALEGRÍA DE UN NIÑO debería ser algo que nunca veamos desvanecerse.
"La alegría no se ve afectada por las circunstancias" Es una cita que vi hace poco (autor desconocido). Me hizo pensar en el deporte de los sábados. Cada niño viene con su propia historia, cada uno de diferentes orígenes y circunstancias familiares. Algunos han sido bendecidos con hogares llenos de amor, otros provienen de hogares rotos y con dificultades. Pero ver las sonrisas y la alegría que brotan de los niños los sábados por la mañana me hace agradecer que tantas personas e iglesias ofrezcan su tiempo personal para alcanzar y ayudar a que los Sábados Deportivos sean una realidad.
Los niños de nuestros barrios esperan ver una cara cálida y acogedora y pasar el rato con los líderes de la asociación. Se les da la oportunidad de ser ellos mismos en un entorno seguro con personas que quieren y se preocupan por su bienestar y su futuro. Ver cómo los voluntarios se acercan a cada niño y se ríen y sonríen mientras se ven afectados por esta alegría contagiosa que tiene lugar en un sábado de deportes trae la alegría infantil a mi propio corazón.
Si la alegría de un niño se oye en una risa, se ve en una sonrisa, se siente en un abrazo, ¿qué pasa cuando los niños de nuestro barrio no tienen un lugar seguro para ser niños o no tienen un adulto dispuesto a serlo? lugar seguro al que acudir para ser un niño o no tienen un adulto que esté dispuesto a que esté dispuesto a amarlos y a estar presente en su vida?
¿Qué pasa con los niños que están en un barrio lleno de drogas y pandillas... dónde encuentran su alegría?
¿Existe un lugar seguro al que puedan acudir? Si nosotros, la Iglesia, NO intervenimos, puede que nunca vean la verdadera alegría que encontramos en Jesús.
Plantar las semillas de la alegría, el amor y la esperanza puede ser tan sencillo como dedicar tiempo a saltar a la comba o a lanzar unas canastas con los niños de cada uno de nuestros barrios y hacerles saber que ELLOS importan y que NOSOTROS NOS PREOCUPAMOS por su futuro.
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