Con el ajetreo de las fiestas navideñas a nuestras espaldas, quiero animarnos a parar y reflexionar. Muchos de nosotros nos movemos a la velocidad de la luz con nuestros propósitos de Año Nuevo. Por eso, hagamos esta reflexión para no perder de vista las implicaciones de la historia de la Navidad. En particular, reflexionemos sobre el advenimiento de Jesús, tal y como se recoge en el evangelio de Juan 1,14 donde dice "vino a habitar entre nosotros". Jesús entra intencionadamente en la historia de la humanidad y reintroduce el concepto de shalom. El shalom puede describirse mejor como la idea de justicia y paz. Es la justicia y la paz que abarca la realidad de la restauración y la reconciliación de la humanidad. La base de esta teoría radical del shalom es el amor, que une todo esto para una verdadera transformación.

Hay un movimiento creciente en toda nuestra nación hacia algo que es increíblemente simple pero extremadamente difícil. Amar al prójimo.

Es uno de los dos mandatos clave que dio Jesús, pero en nuestro contexto móvil del siglo XXI hemos perdido el arte de amar (o incluso conocer) a nuestros vecinos literales. Dios te ha creado de forma única y te ha colocado para que seas su conexión con un mundo desconectado. Has sido enviado por Dios para ser una luz para tus vecinos.

Varias iglesias locales han creado recursos que quieren poner a tu disposición para ayudarte a conseguirlo.

¿Has tenido alguna vez la sensación de que estás llamado a algo? ¿Algo que podría ser beneficioso (para ti, para tu comunidad, para tu familia, para el Reino de Dios, etc.), pero algo que podría ser un reto, que requiere mucho tiempo o que es desalentador?

Hace unos dos meses, mi marido y yo nos trasladamos del norte de Fresno al barrio de Jackson. Mi nuevo barrio no es tan "deseable", según la mayoría de los estándares, como mi barrio anterior. Si me hubieras dicho hace unos años que haría esa mudanza, te habría dicho "Lo siento, creo que te has equivocado de persona".